19 enero 2010

Un alma heroica

Una noche en descanso interrumpida...


Se hallaban todos mis deseos de subir esa triste montaña;

es así, como ocurre

que en los gritos de un niño

y el dolor intragable,

se hacían insoportables;

el niño sangraba

y sufro, mientras lo cobijaba.

Le cantaba canciones de cuna

que invocaban fantasmas,

ya incólume me miraba,

un parecido encontré

al estremecido sollozo,

ante el abandono...



Entonces entendí que un lazo nos unía:

cada golpe a ese niño me azotaba. 



Por el resto de la noche no logré dormir...



Se me hacia imposible entender la injusticia del destino,

una mala suerte de predestinación;

todos seríamos correctos

con buenas vidas:

sin penas, ni agonías.

Pero así somos,

mentirosos erróneos



Ya en la mañana no lograron despertarme,

había caído de la montaña.

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